Villa de San Francisco, Franciso Morazán, Honduras

lunes, 18 de abril de 2011

LA PALABRA CORRUPCIÓN Y SUS SINÓNIMOS

La palabra “CORRUPCIÓN” tan usada en nuestro medio por los que se erigen como sus erradicadores, parece no tener importancia alguna su definición y conocimiento, o posiblemente por nuestra galopante incultura o desinterés, no conocemos su significado. Puede ser también que nuestros valores morales están trastocados por la amoralidad, pues aquí en Honduras, al corrupto se le considera hábil, inteligente, sagas o muy listo; nunca delincuente, y por esas calificaciones y extraordinarias cualidades es digno de imitar, al extremo de que en este país ya no se considera como un delito, contrariamente, se le considera una cualidad, un don natural. Sin embargo, aún así, quisiera insistir en el hecho de que se impone acudir a nuestro diccionario de sinónimos; y para que se tenga conciencia de lo que esta palabra significa, transcribiré algunos de ellos: “CORRUPCIÓN”: es sinónimo de podredumbre, descomposición, deterioro, abuso, venalidad, cohecho, decadencia, inmoralidad, entre otros.
Con el correr de los años, no solamente he comprendido su amplió significado, sino su profunda incidencia en nuestra sociedad, que nos ubica ante el mundo en una prominente posición de decadencia. Y si somos observadores veremos que la corrupción no solamente es inherente a los políticos, sino también a los funcionarios públicos, a los empresarios, jueces, policías, a los mal llamados pastores religiosos, comerciantes y personas comunes, haciendo la salvedad de que esto es la excepción, no la regla. Consecuentemente, la corrupción en menor o mayor grado, parece ser parte de nuestra condición humana negativa, pues parece derivarse de la codicia, o simplemente de la amoralidad, pues en mis casi 40 años de actuar en el ejercicio de mi profesión he visto y experimentado que desde grandes funcionarios hasta un humilde empleado de tercera o cuarta categoría, condiciona el cumplimiento de su deber a una dádiva o pago, proponiendo resolverle un problema legal, administrativo o financiero de manera ilegal y rápida mediante un pago por debajo de la mesa. Tan es así, que es muy común en nuestro medio que algunos colegas incluyan dentro de sus honorarios, lo que “graciosamente” llamamos, gastos por “mordidas”, que en el trámite de determinados asuntos se sabe que se tiene que dar, o caso contrario, su asunto jamás saldrá o tendrá una y mil trabas su resolución, situación que lo obliga a convertirse en cohechador por extorsión y es triste sufrir y experimentar en carne propia esta situación, y saber, que aunque uno quiera, no puede sustraerse de ella. Y quien me diga que en su quehacer diario, en la administración pública o de trabajo, no se ha encontrado con un corrupto y no se ha visto obligado a pagar o ceder dar algo a cambio por un servicio obligatorio, mentiría o no se dedica a trabajar en constante relación con funcionarios, empleados o autoridades, o simplemente otros le hacen el trabajo. Y alguna persona inocente dirá: ¡bueno! ¿Y por qué no se les denuncia? Simplemente porque no sirve de nada, pues en la mayoría de los casos esta putridez viene en orden descendente o ascendente, desde el más alto hasta el más pequeño. Si no, veamos el reciente ejemplo de la grandeza de la corrupción cuando fuimos testigos por los medios televisivos del saqueo en carretas de los dineros del pueblo por los corruptos en desbandada, a los que ahora se les recibe con honores y se les protege, proclamando conciliación torciéndole el brazo a la Ley.

Los actos de corrupción a quien más dañan son a los que no tenemos los medios o las influencias para evadirlos y nos es vano denunciarlos, pues esta se revierte en nuestro perjuicio. Tal es el caso que actualmente experimentamos un amigo mío de Roatán y yo al que represento en un simple asunto administrativo desde el año 2008 y en el cual denuncié a unos corruptos, y, ¿Qué sucedió? Pues simplemente que ahora lamentamos haber interpuesto tal denuncia ya que los castigados hemos sido nosotros, pues a más de tres años de un trámite de una semana, se nos perjudica con el paro del trámite, que no tiene nada que ver con la investigación de corrupción, como castigo por habernos atrevido a tocar tan sensible llaga, pues esto, para los jefes y funcionarios superiores, no tiene la menor importancia y ¡QUE VIVA LA CORRUPCIÓN! y su hermana: LA IMPUNIDAD.