Para los que somos cristianos, especialmente los católicos no influenciados por la aculturación anglosajona en lo referente a la “NAVIDAD” o sea al día en que se celebra la natividad de Jesucristo, nos llena de tristeza, asombro e incredulidad ver como ha sido borrado y colocado a un segundo plano el origen cristiano de la navidad, reduciéndolo en una simple actividad comercial de compra de regalos, de fiestas, bailes, tragos y borracheras en donde el invitado principal, el esperado invitado de honor para muchas familias es un personaje obeso, de mofletes rojos o rosados, barba y bigotes blancos y abundantes con una estrafalaria vestimenta inspirada en los famosos gnomos irlandeses, con colores rojos, blancos y dorados, al que los norteamericanos e ingleses en una sátira de New York, el escritor Washington Shington transformó al santo patrón de los Holandeses “Sinterklaas” o San Nicolás; un venerado y milagroso Santo de Origen Griego nacido en Anatolia, en un valle de Licia en la actual Turquía y que vivió en el siglo IV de nuestra era, cuyas reliquias fueron trasladados Italia, al pueblo de Barí y desde entonces se le conoce como San Nicolás de Bari: Este Santo ha sido venerado por muchísimos pueblos de Europa. Sin embargo SINTERKLAAUS holandés, en una burlona pronunciación anglosajona lo transformaron en lo que hoy es “Santa Claus” o simplemente “Santa” que es el referido personaje descrito internacionalizado por la empresas Coca Cola en 1931 y de ese tiempo en adelante el mundo entero embobado por el extraviado consumismo producto del tradicional mercantilismo norteamericano convirtió en una celebridad al mofletudo “Santa” convirtiendo ahora en una “Tradición”por el esperado regalo que a los niños y grandes les traerá “Santa” que por supuesto será comprado por nosotros en una tienda de regalos en donde a tropel acude la gente en un apresurado afán de comprar a “Precios de navidad”.
Sin embargo, los cristianos no perdemos la visión de nuestras tradiciones, pues estamos ciertos y conscientes de que la “NAVIDAD” es la celebración del nacimiento del Hijo de Dios, de nuestro Señor Jesús. Es el día de la llegada del “Santo Niño” como regalo de Dios al mundo. En tal virtud, el llamado “Santa” o “Santa Claus” que dicen vive en el polo norte en compañía de la señora Claus y sus duendes que hacen juguetes, nada tiene que ver con el nacimiento de nuestro señor Jesucristo, al que debemos de venerar y honrar en su natalicio con una fiesta de recogimiento, con sana alegría, en oración familiar. De esta manera nos estaremos sumando a muchos pueblos y naciones cristianas de Europa como Austria y Alemania que están liderando campañas para salvar el día del “CRISTKIND” CRISTO NIÑO, Pues “Santa” es bueno para los estadounidenses y británicos, pero no para los verdaderos cristianos del mundo entero y mucho menos para los latinoamericanos que no tenemos nada que ver con trineos, renos, árboles nevados, muñecos de nieve ni nada que se parezca.
De todo este contexto surge entonces la pregunta: ¿QUIEN SERÁ EL INVITADO DE HONOR A TU CENA DE NAVIDAD, EL CUMPLEAÑERO JESUS CRISTO O EL GORDITO “SANTA CLAUS” Para mi familia y yo, nuestro invitado de Honor será nuestro Señor Jesús que estará cumpliendo, según el calendario Gregoriano sus 2,017 años, pues como sabemos y creemos, es el Cristo, vivo y eterno. No lo dejemos fuera de nuestra casa, invitémoslo a entrar y cedámosle el sitio de Honor de muestra mesa en nuestra cena de navidad.
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