Villa de San Francisco, Franciso Morazán, Honduras

martes, 17 de enero de 2012

¿COINCIDENCIA?

Hace algunos días, un prestigioso diario me publicó un artículo en el que me refería a la lluvia de dólares en inversión extranjera hacia Nicaragua, relacionándolo con la crisis delictiva y de muerte que nos afecta; contrario sensu al país hermano, y reflexionaba sobre el hecho de que alguien está detrás de la pretensión de destruir a nuestro país mediante la convulsión social y la anulación de nuestra vida institucional y democrática y en ese espacio pregunté: ¿Quién o quienes están interesados en destruir a Honduras como país democrático? Y mis sospecha se fortalecen; ¿Porqué? La respuesta es obvia, pues si atencionamos sobre los últimos hechos acaecidos en el presidio de Comayagua con ese descomunal incendio que mató a centenares de hondureños, en su mayoría provenientes de los estratos más pobres y abandonados de nuestra sociedad y que por diferentes circunstancias han caído en la delincuencia, empujados por la necesidad, la falta de educación, el abandono, falta de valores morales y hasta por hambre. Si usted reflexiona, se dará cuenta que en todas las cárceles de nuestro país no hay ningún rico ladrón, ningún empresario contrabandista y cohechador, ningún funcionario público deshonesto y maestro del cohecho y chantajista, ningún saqueador de las arcas del estado. Más bien, estos últimos, según el presidente deben de ser tratados con “dignidad y respeto” en la consecución de la reconciliación nacional. Estos bandidos son los que debieron arder en ese infierno del presidio de Comayagua, estos abusadores del poder son los que deben de estar en esa hacinadas cárceles, para que sientan en carne viva el sufrimiento que de los que pagan
penas por delitos, a veces insignificantes, y que en su goce del poder ignoraron y que la sociedad pide a gritos.
Volviendo al tema del incendio de Comayagua, por pura coincidencia ocurre, unos pocos días después un voraz incendio en un populoso mercado capitalino y que destruyó el único medio de sustento de una gran cantidad de gente pobre, gente del pueblo. Consecuentemente surge otra pregunta: ¿A quien están afectando estos siniestros?. A los pobres. Sabemos, pues no somos tontos, que en estos hechos hubo mano criminal, que hubo premeditación, pues fueron planeados y ejecutados por persona o personas organizadas para efectuar estos hechos criminales. Ahora bien: ¿Cuál es el propósito? Es obvio que aterrorizar al pueblo, y lo han conseguido, con la certeza de que este reaccionará violentamente contra la ineficiencia y falta de previsión de los gobiernos y directamente sobre el actual. Aquí y bajo estas circunstancias salen a la luz los eternos disociadores disfrazados de periodistas, redentores de las caducas izquierdas, que no contentos con los fracasados intentos de subvertir el agro, han tomado directamente la actividad terrorista dirigida a los más pobres. Y ya se verá, aún falta más.

Abramos los ojos, reflexionemos, veamos con atención lo que está pasando con esta descomposición social en todos los aspectos, que nos llevará directos a un enfrentamiento social, que es lo que pretende esa pandilla de vagos disociadores para los cuales no ha habido voluntad política para tenerlos a buen resguardo. ¿Acaso somos tan ciegos para creer que estos acontecimientos son pura coincidencia? Pongámosle remedio a esto, pues tarde lo lamentaremos. Decía Aristóteles: “LA ÚNICA VERDAD ES LA REALIDAD”.

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